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Museu Arenys de Mar
Museu Arenys de Mar

El mundo rural, la base del encaje en Cataluña

Cataluña es una de las zonas más importantes en la producción de encaje de toda la península ibérica. En el siglo XIX, destacaba por la cantidad de mujeres, anónimas todas ellas, que se dedicaban al oficio de encajeras y eran capaces de trabajar una gran diversidad de técnicas. Ellas fueron las que hicieron posible la que conocemos com la indústria del encaje en Cataluña.
 

Si nos remontamos en la historia, es a partir de la segunda mitad del siglo XVII que la producción de encaje en Cataluña experimenta un gran crecimiento. A principios del siglo XIX, entorno de 30 mil mujeres se dedicaban a este oficio en toda Cataluña.

Pero a mediados del siglo XIX, con la introducción de la mecanización del encaje y la revolución industria, el número de empresas y de encajeras empieza a decrecer. En Arenys de Mar, en el Maresme, así como también en l'Arboç, perviven empresas artesanas hasta los años 60 del siglo XX.

La producción del encaje artesano en Cataluña se centraba en tres áreas geográficas: Barcelon y su área de influencia, donde mayoritáriamente se elaboraba encaje negro: l'Arboç, donde se hace un tipo de blonda característica y encaje con representaciones figurativas; y finalmente el Maresme, donde se hacían encajes blancos, como el ret fi o el encaje de Arenys.

La mantilla de la novia

Los encajes utilizados en las diferentes piezas de vestir estaban directamente relacionados con la situación económica de quien las lucía. En España, por ejemplo, hasta el 1920 solamente las novias de las familias de las clases altas se vestían de blanco en su boda. En las clases medianas y bajas, también la pequeña burgesía, predominaba el color negro, porque el vestido después podía ser utilizado de nuevo en otras ocasiones, especialmente en los entierros y periodos de duelo, que eran muy largos.

Hasta la primera mitad del siglo XX, las clases populares, los sectores profesionales y la burgesía de las zonas rurales utilizaban el color negro para el vestido de la novia, que se complementaba con un velo blanco o mantilla para casarse.

En las zonas rurales, los novios vestían de forma tradicional en una fecha tan señalada. La novia vestía también el traje tradicional de pubilla con delantal de seda con encaje y una mantilla en la cabeza de color blanco. Esta mantilla es característica de la novia, una pieza rectangular pero rendondeada con volantes de encaje de grandes dimensiones que cubrían cabeza y espalda hasta la cintura.