El encaje es un elemento característico de la economía y la moda en Europa. Sobretodo se utilizaba por parte de la aristocracia y alta burgesía, así como por los miembros más importantes de la comunidad eclesiástica. Los encajes eran un elemento de distinción, lo que hoy conoceríamos como un producto de lujo.

Desde el siglo XVI, los encajes se convirtieron en elementos imprescindibles en los vestidos de lujo, para los miembros de la corte y de la iglesia. Reinas como Catalina de Medici o María Antonieta influyeron decisivamente en la moda y decoraban sus vestidos con encajes.

Durante el Romanticismo, ya en el siglo XIX, los vestidos se ornamentaban con grandes volantes de encaje, y hasta al principio del siglo XX las mujeres vestían con blusas de encaje en ganchillo y vestidos brodados.

En el Museo se pueden observar de cerca ejemplos de esta indumentaria, como el vestido que fue propiedad de la mujer de un embajador y està brodado sobre tu con seda importada de la India, del año 1920, un buen ejemplo de como los miembros acomodados de la sociedad querían vestir este elemento de lujo.