Aplicaciones de los encajes
Para ocasiones especiales, los encajes toman especial protagonismo: bautizos, comuniones y bodas se convierten en el momento ideal para lucir vestidos ornamentados con encajes, manuales o mecánicos.
Durante el siglo XIX, las mujeres de clases acomodadas lucían una gran cantidad de encajes en sus vestidos, también en su ropa interior y en los complementos que utilizaban: parasoles, abanicos, pañuelos... Una de las piezas más características són las mantillas, un velo com el que las mujeres se cubrían las cabezas desde el siglo XVII. A finales del siglo XIX, la mantilla se complementa con peineta. La mayoría de estas mantillas se elaboran con la técnica de la blonda con seda y fondo de tul.
El encaje pasa a ser el símbolo del poder adquisitivo de quien lo luce. Este hecho se ve reflejado en las diferentes piezas y en los diferentes momentos históricos. Así, por ejemplo, durante el siglo XIX y hasta el final de la Primera Guerra Mundial, uno de los elementos importantes de una boda burgesa era el abanico, elemente imprescindible del ajuar de la novia burgesa. El abanico, que generalmente era el regalo del novio, a menudo se hacía de encaje, con bolillos o de aguja, y mostraba una vez más el poder adquisitivo de la família, ya que estas piezas eran realizadas por una artesana de categoría. Durante el primer cuarto del siglo XX, el lujo del ajuar nupcial se podía medir por la cantidad de encaje que havía en él y por las diferentes piezas que lucía la novia.
Pero la aplicación de los encajes en vestimenta y ornamentos no es cosa del pasado. Os invitamos a descubrir-lo a través de este vídeo, que se realizó en ocasión de la exposición Vestidos para la ocasión que el Museo organizó.